¡Viva Mexico!

Hoy que se celebra el aniversario de la independencia de México, pensé que sería un buen día para compartir con ustedes algo que escribí hace un par de años y, que a excepción de un par de amigas, no había compartido con nadie. Así  que sin mas preámbulo, aquí  les dejo esto:

Corazon Partido

Desde hace años mi corazón está dividido por dos grandes amores. El primero es precisamente eso, el primer amor, el de la infancia, con el que crecí, el único que conocía. El otro me llegó ya en la edad adulta y totalmente por sorpresa; no me lo esperaba, pero poco a poco se fue ganando mi cariño, y me fue creando un conflicto interno prácticamente existencial. Ya sé, suena muy dramático, pero no piensen mal… no estoy hablando de dos hombres, sino de dos países.

Ahora sí que como dice la canción “Mexicana yo soy de sentimiento, de corazón, lo llevo dentro”. Nací y crecí en ese maravilloso país que es México, lleno de hermosos paisajes y de gran riqueza cultural, de gente cálida, y fascinante historia. México siempre será mi primer y gran amor. Llevo con orgullo su sello en mí. Desde chiquita me inculcaron el amor a la patria, y además muy profundamente porque no conozco persona que ame más la tierra que lo vio nacer que mi padre. En mi infancia no existieron vacaciones a Disneyland jamás. Mi papá decía “antes de conocer otros países, primero tienes que conocer el tuyo, tienes que conocer México”, y es así como terminaban mis berrinches por ir a visitar a Mickey Mouse y comenzaban nuestras travesías recorriendo el interior de la República. Fue así como conocí Sinaloa, Puebla, Querétaro, Michoacán, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Veracruz, Nuevo León, San Luis Potosí, Yucatán, Quintana Roo.  También fue así como adquirí una gran pasión por la historia, por saber de dónde venimos y cómo llegamos aquí. Claro, viajar por México y conocer su historia también creó conciencia en mí sobre los grandes contrastes que forman parte de nuestro país. Descubrí sus grandes riquezas y su gran pobreza, su abundancia y sus carencias. Y eso me hizo amarlo aun más  Sin embargo, la vida es curiosa y me llevaría por otro camino inesperado.

Un camino hacia el norte para ser exactos.  Diferentes situaciones y circunstancias me llevarían a vivir en Estados Unidos.  Un país, que por ser nuestro vecino de arriba, no me era del todo ajeno.  Si bien es cierto que en mi infancia no hubo visitas a Disneyland, si hubo algunas visitas a la frontera inmediata, en mi caso Arizona, que sirvieron como primera introducción a dicha cultura. Claro, una introducción comparable a mojarse la punta del dedo del pie en una alberca olímpica. Además, y precisamente por ser nuestro vecino del norte y uno muy importante, con el que México siempre ha tenido una relación difícil, mi imagen de Estados Unidos era algo así como la del lobo feroz.

Y así llegué a esta tierra, en calidad de visitante pasajera, con toda esa carga de gran amor por México  e igualmente grandes prejuicios sobre el país en el que ahora me adentraba, y del que ni siquiera conocía la historia. Inicialmente la idea de establecer residencia permanente en Estados Unidos no figuraba en mi mente. ¿Por que querría vivir en un país donde la gente era egoísta, fría, egocéntrica, soberbia, injusta, con pocos valores familiares y aún menos valores morales? Viajar, visitar, conocer, aprender, sí… pero vivir aquí para siempre ¡Nunca!  Sin embargo heme aquí, 7 años después, y vaya que he viajado, visitado, conocido, pero sobretodo aprendido, tanto de su gente como de su historia. Y también he juzgado, pero ahora sí con fundamentos, en base a la experiencia, juzgando el contenido y no la portada.  He descubierto una cara de Estados Unidos que no me imaginaba.  He encontrado gente cálida, solidaria, que lucha por rescatar los valores familiares, que valora enormemente la justicia y especialmente  la libertad. Gente tan respetuosa del espacio del otro, que a veces dicho respeto es malinterpretado como frialdad. Por supuesto, aquí también existen los contrastes.  No todas mis ideas preconcebidas eran totalmente erróneas, y Estados Unidos también tiene sus carencias.  Pero ese ha sido el más grande descubrimiento,  los contrastes. Entender que a pesar  de esa imagen de lobo feroz, es un país con un gran lado humano. Un país con el que México tiene grandes diferencias, pero también grandes similitudes. Y que la barrera más grande entre ambos es la ignorancia, el no conocerse realmente el uno al otro.

Así fue que en todo este proceso de conocer y descubrir a este país, se fue ganando mi cariño, mi respeto.  Al grado de tomar la decisión de adoptarlo como mío, de quedarme aquí permanentemente. Y es aquí donde comienza mi conflicto existencial. Porque tengo que admitirlo, ahora amo a este país que me ha recibido y cobijado, ¿y cómo no amarlo? Sería una ingratitud no hacerlo, y si algo aprendí en México es a ser agradecida. Pero no puedo evitar sentirme un poco infiel a México, a veces hasta sentir que con este nuevo amor lo he traicionado, y temo que crea que lo he abandonado.  Y entonces quisiera correr de regreso y gritarle que lo amo con toda mi alma, que no lo abandono, que lo llevo siempre en mi corazón; que por siempre seré antes que nada mexicana, y que espero siempre poner su nombre muy en alto.  Quisiera también decirle que lo extraño enormemente, a él y a todo lo que en él dejo. Que para siempre mi alma y mi corazón estarán divididos.  Ya nunca podre estar completa, porque siempre me faltara uno de es estos dos amores. Porque al estar aquí extraño a mi México lindo y querido, y al estar en México extraño al pedazo de mi vida que aquí se queda.  Y a veces no me siento ni de aquí ni de allá, porque todavía no termino de definir mi nueva identidad de mexicoamericana.  Que aún cuando dicha identidad está apenas en construcción, la base ya está sentada, y es ese profundo amor por ambos países. Porque si se puede amar a los dos, de diferente manera pero con la misma intensidad.  Y así seguiré en este camino que he elegido,  tratando de conciliar a mis dos amores,  forjándome esta nueva identidad que espero caiga más en lo multicultural que en la idea de que ambas culturas son mutuamente excluyentes.  Dejando atrás el nacionalismo mal entendido,  tomando lo mejor que cada cultura tiene que ofrecer para convertirme no sólo en una mejor ciudadana sino también en un mejor ser humano.

*Disculpas por las faltas de ortografía en el título y subtítulo
pero el diseño pre-fabricado que utilizo para el blog no reconoció 
acentos y ciertos símbolos en esas secciones.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...